El Partal y Torre de las Damas

Perspectiva de El Partal sobre las paratas, los jardines escalonados

Enclavado al este del Palacio de los Leones, el Partal es una extensión de terreno poblado de explanadas y jardines escalonados en paratas situados junto a los restos de una notable construcción nazarí, el Palacio del Partal, siendo la llamada Torre de las Damas el elemento mejor conservado. Parece ser que tanto el pórtico, como la torre y el mirador fueron levantados en los primeros años del siglo XIV, durante el reinado de Mohammed III (1302-1309), y a decir de algunos cronistas, puede que desde estas edificaciones hubiese huido Boabdil para reunirse con sus partidarios y liderar al grupo opositor a su padre Muley Hacen. También se plantea la posibilidad deque el rey Mohammed V hubiera reservado tales dependencias para uso de su hermanastro Ismail, por lo que un tiempo se conoció la Torre de las Damas como Palacio de Ismail y Palacio del Príncipe.

Los jardines de El Partal desde la zona más elevada de los
jardines "colgantes" adaptados a la orografía del terreno

Partal viene del término árabe bartal, equivalente a la palabra pórtico, que haría referencia al elemento arquitectónico más vistoso de este edificio, es decir, el pórtico abierto de cinco arcos angrelados que se reflejan en el agua de una gran alberca situada delante de él.

Reflejo del palacio del Partal sobre la alberca

Levantado sobre la muralla, con su estructura arquitectónica en torno a la torre de las Damas, creando una extraña disimetría arquitectónica pero de bello efecto, este palacio es el más antiguo de los conservados en La Alhambra. Su disposición recuerda al cercano Palacio de Comares: una gran alberca central presidida por un pórtico formado por cinco arcos tras el que se desarrolla la estancia principal en el interior de la torre.

Reflejo en el estanque 

El estanque produce un bello efecto al
reflejar el palacio nazarí 

La decoración de sus paramentos acusa el deterioro ocasionado por los efectos del tiempo y la intemperie, presentando el habitual zócalo de alicatado, amplios paños de yeserías, originalmente policromadas hasta el arrocabe, y una cubierta de ensamblar de madera. La estancia principal o qubba presenta zócalos con gamas frías (azul, blanco y verde), que son prueba de su antigüedad, así como restos decorativos de yeserías, destacando la originalidad de algunos temas y la fuerza expresiva del ataurique y letreros epigráficos.

Torre de las Damas en la Alhambra (1871) por
Martín Rico y Ortega en el Museo del Prado

En el ala oeste del pórtico,sobre el pórtico sobresale una torre-mirador con ventanas hacia los cuatro puntos cardinales, muy característico de la arquitectura nazarí, semejante a los que existieron en otros palacios de La Alhambra como el de Comares o el del Generalife (Yannat al'arif).

Fachada del Palacio del Partal y Torre de
las Damas en el conjunto de palacios
de La Alhambra sobre la Sabóia visto
desde el barrio del Albaicín


Palacio del Partal visto desde el Albaicín 


Por una puerta y escalera, excluida de la visita por lo angosto del espacio, se accede a la planta superior de la Torre de las Damas. Por sus extraordinarias vistas y la afición por la astronomía y la astrología de los reyes nazaríes, se le ha venido conociendo como "el observatorio", en cuyo interior se conserva la cupulita de mocárabes más antigua de La Alhambra. Este observatorio está abierto a los cuatro puntos cardinales, reservado para la vida privada de los monarcas. Es irónico que Mohammed III lo construyera para observar las estrellas cuando terminó siendo ciego.

La estructura del palacio del Partal se
completa con una torre que tuvo la
función de mirador en época nazarí

La Torre de las Damas contiene en
su interior un mirador con ventanas
hacia los cuatro puntos cardinales;
este tipo de torreones es muy
característico en la arquitectura nazarí

Cúpula de mocárabes del observatorio de la Torre de las Damas,
la más antigua de las que hay en La Alhambra

El desarrollo de la astronomía andalusí queda patente en manuscritos e instrumentos como el astrolabio, cuadrantes, esferas y sofisticados instrumentos, así como un patrimonio intangible en lo que concierne a ideas, vocabulario y nombre de estrellas. Tras una fase inicial de traducción y asimilación de civilizaciones mediterráneas anteriores, los astrónomos árabes no tardaron en producir las primeras obras originales en cuanto a descripción de estrellas, astronomía esférica, trigonometría aplicada, modelos planetarios y elaboración de tablas. Esto les permitió observar el cielo, elaborar teorías, computar tablas y medir el tiempo, además de rezar, ayunar, peregrinar y enterrar a sus muertos de acuerdo con la ortodoxia requerida por el Islam. Las fuentes medievales árabes dan cuenta de la existencia de estaciones de observación al aire libre, en residencias particulares, en jardines reales o en lugares públicos. En el siglo IX, existieron observatorios en Bagdad, al-Samasiyya, y en Damasco, al-Qasiyun, pero estos observatorios son una excepción y habrá que esperar al siglo XIII cuando se creó el importante Observatorio de Maraga, al que seguirán los de Samarcanda en el siglo XV y Estambul en el siglo XVI. No hay noticia de la existencia de observatorios en el occidente musulmán más allá de alguna referencia al uso de torres como esta para observar el firmamento.

Las columnas y capiteles fueron colocadas
por Francisco Prieto Moreno en 1959 tras
consultar la opinión de Torres Balbás
En una de las paratas que ascienden frente al pórtico, aún puede verse los restos del pabellón frontero que conformaría el flanco sur del palacio, aunque se han perdido los muros y edificaciones que rodeaban y cerraban este palacio. Junto al mismo pórtico se levantan unas construcciones que fueron adosadas posteriormente: en dirección oeste se alza un mirador que rompe la simetría inicial del conjunto, más una vivienda que se conoce como la Casa de las Pinturas.

Junto con el estanque, la Torre de las Damas es el único elemento conservado de las construcciones de Mohammed III en esta zona, por tanto anterior al resto de los Palacios. A diferencia de los palacios vecinos de Comares y Leones que más o menos han mantenido intacta su estructura desde la etapa nazarí, es que este palacio ha tenido diferentes propietarios privados, muy modificado para adaptarlo a vivienda, siendo incorporado al conjunto monumental el 12 de marzo de 1891, fecha en que su último propietario, Arthur von Gwinner, cedió su titularidad al Estado español.

Vistas del Albaicín y de San Miguel Alto
desde el Palacio del Partal


Muy deteriorada en el siglo XIX, con su fachada enmascarando gran parte de la estructura y decoración original, fue restaurada por Torres Balbás, colocando pilares en el pórtico que fueron sustituidos por estilizadas columnas que se labraron pero que habían quedado guardadas y capitales de mármol por Francisco Prieto Moreno. Durante la excavación dela galería en los años veinte aparecieron la cimentación de las columnas centrales que se habían perdido mientras que se evidenciaron las pilastras de los extremos.

Mirador de la Torre de las Damas; las celosías, hoy desaparecidas
aislaban y protegían hasta el nivel del suelo donde se sentaban.
La óptica occidental tiende a visualizar todo horizontalmente, frente
a la oriental que desde las esquinas admira la globalidad y en todas
las direcciones

Vista del Albaicín desde una de las ventanas de El Partal


En su restauración se recuperó la estructura original que responde a la idea de espacio abierto a todos los aires: intimidad envuelta por los paisajes de alrededor, donde las vistas importan tanto como el lugar desde el que se contempla.  El arco central del pórtico apareció casi completo y los laterales fueron rehechos imitando la decoración romboidal con la típica decoración de sebka mediante trozos de yeso agujereados que en la distancia dieran la impresión de la antigua disposición.


Cúpula de El Partal expuesta en el Museo de Pérgamo en Berlín

Desafortunadamente,  la cubierta del Chapitel de la Torre, que era una de las más bellas de la artesanía nazarí, fue desmontada por el último propietario Arthur von Gwinner en el sigo XIX (y sustituida por una copia en la década de 1964, obra del ebanista José Romera Baena en la misma técnica de ataurgía del original a partir de unos planos del XIX que quedaron en la Alhambra, con cintas agramiladas y tablerillos con atauriques tallados) y apareció nuevamente en Berlín. Hoy es una pieza destacada de la colección de Arte Islámico del Museo de Pérgamo de la capital alemana. 

Alfarje o techo de la sala porticada de la
 Torre de las Damas 

Admirable por su originalidad es el alfarje de madera que cubre el pórtico, cuyas cupulitas y delicados lazos juegan con la luz reflejada por el agua del estanque, así como los aleros del mirador, uno de los pocos primitivos conservados. A levante cierra el conjunto un pequeño edificio rectangular que alberga un oratorio construido sobre la muralla.


Fragmento de un canecillo (viga de un alero) de la Torre de las Damas

En definitiva, la zona de El Partal estaba organizada como un espacio palatino, un área exclusiva, aunque más tarde quedo aneja a otra zona más amplia con los palacios de Comares y Leones en el centro. La construcción de El Partal significó el aterrazamiento de la vertiente norte de la colina, siendo decisiva la urbanización de este espacio para el desarrollo de la propia ciudad de la Alhambra y de los palacios reales. Sobre el numero de paratas y su relación se conoce poco, por lo que es necesario contar con excavaciones arqueológicas que permitan establecer una cronología, así como establecer el sistema de acceso al palacio y la circulación por el mismo para una comprensión global de El Partal, desvirtuada por las sucesivas restauraciones y estructuras posteriores edificadas en el entorno.

Considerada un precedente de la arquitectura 
cortesana que alcanzó su esplendor en los
Palacios Nazaríes, esta antigua residencia
real presenta recursos decorativos propios
de los inicios del siglo XIV




Galería y Torre del Partal, por M. Torres Molina, antes y posteriormente a la intervención de Leopoldo Torres Balbás en 1923. Destacar que al no contar con las columnas de mármol características del arte nazarí y como se muestra en la actualidad, colocó unas de ladrillo, siguiendo el estilo almohade 

Comentarios

Entradas populares

El legado nazarí por el mundo