Castillo de San Miguel (Almuñecar)


El Castillo de San Miguel, ubicado en un promontorio rocoso, es el castillo que domina el asentamiento costero de Almuñecar, habiéndose construido sobre una de las elevaciones que conforman el actual casco antiguo de la urbe, en su extremo sur, dominando las antiguas ensenadas a levante y poniente de la población.

Espacio de interpretación histórica del castillo de San Miguel

La fortaleza ocupa la práctica totalidad del cerro, correspondiendo la cima a la superposición de tres castillos que mantienen la misma planta: romano, islámico y cristiano. Parte de sus restos aún son visibles, destacando especialmente los de la fortaleza islámica que se comenzó a construir en el siglo XI recibiendo diversas remodelaciones en su etapa nazarí. Cuenta con un aljibe de originales características, por su planta circular del que sólo existe otro igual frente al número 16 de la Cuesta de las Tomasas de Granada.

Vista del castillo de Almuñecar desde la falda del cerro en que
se asienta por encima de la ciudad
Con la capitulación de la ciudad en diciembre de 1489, la fortaleza pasa a ser un bastión cristiano, acometiéndose grandes reformas para adaptarse a las nuevas necesidades militares de la época frente al uso de la artillería, como en toda la fachada norte, la construcción de un profundo foso con su puente-caponera, la nueva batería para cañones al Sur, y una amplia coracha defensiva en la misma dirección que repelería cualquier revuelta de la población mudéjar.

El puente, construido en época cristiana, contaba con un puente
levadizo que fue sustituido por el segundo arco más cercano a
la puerta. Durante la ocupación napoleónica, los ingleses volaron
la torre izquierda de la puerta, perdiendo su carácter defensivo.
El castillo dejó de tener uso militar en 1851 y pasó a manos del
ayuntamiento para ser utilizado como cementerio hasta 1977.

En el siglo XI y XIII comienza a construirse en tapial de tierra y cal, y se refuerza en el siglo XIV con mampostería duplicando la muralla, así como las modificaciones en época cristiana. La Torre del Homenaje muestra en su exterior una fábrica nazarí, mientras que en su interior se puede observar como se recubrió y reforzó otra torre anterior, deshecha posteriormente. Presenta una altura más elevada que la muralla, siendo la torre principal del baluarte defensivo, que serviría de residencia del señor y para recibir a personalidades, al mismo tiempo que se usaría como punto estratégico de observación al exterior.

La actual torre nazarí destruyó una parte de habitaciones
 islámicas pertenecientes al primitivo castillo como puede
observarse en su parte posterior.
El interior de la Torre del Homenaje se ha destinado
a sala de exposición donde se explica las tres civilizaciones
que ocuparon el asentamiento castrense.
Los restos visibles indican que el elemento central de este conjunto defensivo fue un gran patio de planta rectangular, posiblemente Plaza de Armas, delimitado por muros de tapial (12x26 metros), alrededor del cual se distribuyen varias estancias con igual técnica. Al norte, el conjunto de tres habitaciones que preceden a un pequeño espacio de planta cuadrada, claramente anulado al levantarse la Torre del Homenaje, pues se cimienta sobre el muro norte. Estas habitaciones estarían destinadas al descanso y como dormitorios para la tropa destinada a defender el castillo.

Estas tres habitaciones del lado norte de la Torre del Homenaje
se asemejan, aunque más reducidas, a las que existen en el Patio
de Armas de la Alcazaba de la Alhambra de Granada.
El patio de armas de la fortaleza nazarí, tiene su origen en el
siglo XI y serviría para desarrollar actividades castrenses.
Los hispanomusulmanes hacían brotar el verdor de huertos
y jardines integrados en sus construcciones, diseñadas para
aprovechar al máximo el clima mediterráneo. La casa descubierta
en el interior del castillo destaca por su gran alberca central
con arriates de plantas aromáticas en los dos lados que culminan
en dos pórticos que daban acceso a las salas principales de la casa.

La casa palacio nazarí del castillo está construida con la
visión musulmana de ocultar a las miradas exteriores el
esplendor que disfrutaban sus propietarios. 

En la meseta central del castillo, se descubrieron en 1994 por Antonio Gómez Becerra, los restos de una residencia nobiliaria nazarí que contaba con una alberca y un baño sencillo. El baño se encontraba en un anexo de la casa, cuyos muros perimetrales son de hormigón y los de separación interior de ladrillo. Constaba de cuatro estancias paralelas -siguiendo el esquema del Baño del Bañuelo-, hallándose la puerta de entrada en la esquina suroeste del patio, que da paso a una sala de preparación al baño (bayt almaslaj) con un pequeño banco para desvestirse. La sala contigua, muy angosta, pertenece propiamente al baño o sala fría (bayt al-barid) y sería una estancia de paso tanto a la sala templada como hacia la letrina adyacente. A través de la tercera sala, la templada o bayt al-wastani -donde parece verse los restos de dos chimeneas para la salida de humo- se llega a la sala de mayor tamaño, la sala caliente o bayt al-sajun. No se ven huellas de pilas de inmersión.

Al oeste de la sala para la preparación al baño (bayt almaslaj)
existe otra puerta que da paso a una letrina

Baño o hamman perteneciente a la casa noble nazarí del
interior del castillo que fue descubierta a finales del siglo XX.

Bajo la sala caliente o bayt al-sajun se hallaba el hipocausto,
formado por 14 pilares donde se repartía el calor proveniente
de la caldera de forma trapezoidal al sur del baño.
En el interior de la fortaleza se descubrió también una noria que facilitaba el agua a las dependencias del baño y a la alberca de la casa nazarí. El baño o hamman era uno de los centros principales de la vida social hispanomusulmana. la higiene del cuerpo, además de ser una actividad ritual, se consideraba un acto de purificación religiosa.

Los restos de la noria se encuentran al sureste del baño, donde
existe esta estructura rectangular de más de cuatro metros de
profundidad, que puede identificarse como un pozo.

Queda constancia de la existencia de la noria por la buena cantidad
de cangilones cerámicos hallados en el rellano de la mazmorra y
que servían para elevar el agua del pozo.

El castillo cuenta también con una mazmorra, construida en forma de pera con las paredes muy inclinadas hacia el exterior, con el fin de imposibilitar la fuga de prisioneros ya que su peso les hacía caer al fondo de siete metros. Los presos eran sacados durante el día para realizar algunos trabajos, volviéndoles a introducir al atardecer.
En esta terrible mazmorra fueron encerrados personajes
importantes nazaríes como militares, ministros caídos en
desgracia, y algunos reyes destronados como Mohammed III.

Durante el período cristiano, la mazmorra continuó siendo
utilizada, pues las excavaciones realizadas sacaron a la luz
restos óseos de musulmanes, incluso un esqueleto completo
con los grilletes de hierro en los pies y orientado a la Meca.

En el año 2009 se inició la excavación arqueológica de este espacio que transcurre junto a un camino en dirección norte sur, dando como resultado el hallazgo de una mezquita u oratorio. El edificio debió se derruido en época cristiana, sin embargo quedan suficientes restos para poder hacerse una idea de este monumento religioso que se encontraba adosado a la muralla de levante del castillo. El resto de los muros perimetrales eran de tapial islámico, al igual que todos los restos de edificios de la época del interior de la fortaleza.

Muro de tapial de época islámica sobre el que se apoyaba la mezquita
La mezquita se compone del espacio correspondiente al oratorio, al que se accedía directamente, con el mihrab en dirección a La Meca, al este, y un espacio rectangular en dirección sur dedicado a las abluciones o lavado de purificación de las principales partes del cuerpo antes de iniciar la oración.

En el interior de la mezquita, de planta rectangular de 28 metros de
longitud por 7.5 de ancho, se encontraron los restos de una
posible sepultura en el suelo con decoración de olambrillas o zel-ligs
en forma de damero, como los casos típicos que se pueden ver
en la necrópolis meriní de Shellah en Rabat, o en los excelentes
zel-ligs de la mezquita Qaraulyn en Fez como ejemplos antiguos
más representativos de esta tipología de enterramientos.

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