El inicio de la Guerra de Granada (1481): la caída de Zahara y la toma de Alhama

Zahara fue conquistada en 1410 por Fernando de Antequera y
 a pesar de estar considerada una plaza fronteriza con
el Reino nazarí de Granada, estaba mal guarnecida.

La Guerra de Granada, que acabó con el dominio musulmán en la Península, como la Guerra de Troya, duró doce años.

El principio del fin del reino nazarí llegó con la venganza por la incursión cristiana sobre la población fronteriza de Villaluenga -hoy Villaluenga del Rosario, Cádiz- que había sido quemada, la tenebrosa y desapacible noche del 27 de diciembre de 1481 (hoy hace quinientos treinta y tres años de aquello), los guerreros nazaríes escalaron las murallas de la villa de Zahara, abrieron sus puertas y entraron tomando por sorpresa a sus habitantes; los supervivientes de la matanza fueron hechos cautivos y conducidos a Ronda.

La corte de los Reyes Católicos, que en ese momento se encontraba en la villa vallisoletana de Medina del Campo, recibió la noticia de manos de Antón Serrano, jurado del concejo de Sevilla. Mientras, temiendo que la toma de Zahara supusiera el principio de una ofensiva nazarí, reforzaron las patrullas de vigilancia. La toma de Zahara no obtuvo una respuesta inmediata por parte de los cristianos. Se ordenó alertar a todas las guarniciones de la frontera y se encargó a Rodrigo Téllez, maestre de la Órden de Calatrava la defensa de la zona de Jaén y a Alonso de Cárdenas, maestre de la Órden de Santiago, la defensa de la de Écija.

Con el objetivo de finalizar la reconquista de la Península Ibérica, los cristianos atacaron Alhama. Los preparativos militares se concentraron en Marchena, Sevilla, reuniéndose un ejército de 2.500 jinetes y entre 3.000 y 8.000 peones, dependiendo de la fuente consultada. Rodrigo Ponce de León fue puesto al mando de estas fuerzas por el rey Fernando de Aragón. Juan Ortega de Prado, caballero veterano de anteriores campañas, reconoció previamente y el terreno y las defensas de la plaza para asegurar el éxito del plan de ataque. Era necesario mantener el secreto de la concentración de tropas y la misión de las mismas, entrar sin ser vistos en territorio enemigo -procurando eludir las patrullas fronterizas- y la toma de Alhama por sorpresa asaltando con escalas las murallas.

La manera de hacer la guerra se basaba en el asedio y el
asalto a castillos se realizaban empleando
escaleras y cuerdas para escalar los muros
de las fortalezas mientras que los sitiados
se defenderán arrojando piedras, flechas y
líquidos hirviendo...

Siguiendo la ruta que coincide con la actual carretera A-92 desde Marchena a Alhama, el ejército cristiano avanzó en grupos que se reunirían en las cercanías del Arroyo del Cuervo, cerca de Archidona, hasta presentarse finalmente frente Alhama el 27 de febrero de 1482. Aunque la conquista de la fortaleza de la ciudad fue rápida, el resto de la población ofreció resistencia durante algunos días. Una vez tomada la plaza por los cristianos, estos quedarían aislados en territorio enemigo.


Sepulcro de Sancho Dávila en la Catedral de Ávila,
cuyo linaje alcanzaba a los primeros pobladores 
de Ávila, fue alcaide de Carmona (Sevilla) y
organizó la tomas de Alhama junto al Marqués
de Cádiz, donde moriría tras la toma del alcázar

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