Pinturas murales de la Sala de los Reyes de La Alhambra

La bóveda de la Sala de los Reyes atesoran unas representaciones únicas en el mundo, ejemplares que son auténticas joyas: tres bóvedas de 15 metros cuadrados cada una revestidas con pinturas que representan escenas cortesanas del siglo XIV o principios del XV. El mal estado en que se encuentran y el peligro de que se deterioren aún más en el futuro hacen necesarios los actuales trabajos de conservación.

A lo largo del tiempo las pinturas se han visto sometidas
sistemáticamente a una serie de intervenciones que lejos
de solucionar los problemas de conservación han acrecentado
su estado de alteración, tomandose actualmente las
primeras medidas de consolidación de las pinturas,
instalando sensores climáticos en los reversos de las
bóvedas que permitirán recoger y estudiar la humedad
y la temperatura

Casi todos los autores señalan la influencia de la pintura gótica miniada en estos ejemplares que fueron realizados entre finales del siglo XIV y principios del XV, buscando su ascendente en el quattrocento del norte de Italia o incluso en el círculo de Aviñón, lo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que el Reino de Granada mantuvo una importante colonia de comerciantes genoveses y venecianos con una gran influencia en la corte nazarí. Otros hablan de pintores mudéjares como artífices de estas obras, dadas las buenas relaciones entre Mohammed V, rey nazarí que mandó construir este espacio, y Pedro I "El Cruel", que llegarían posiblemente desde Sevilla.


Se desconoce el o los artistas que crearon estas pinturas y se discute su origen
si italiano o peninsular, aunque está clara la influencia del arte cristiano en la obra


Al igual que su origen es discutible, no lo es menos su simbolismo. La pintura principal situada en el camarín central, y que da nombre a la Sala, representa a unos personajes notables ataviados con las características vestimentas nazaríes y portando la singular jineta nazarí, sentados sobre cojines y que dialogan animadamente. Estos cojines bordados generalmente en rojo sobre fondo blanco, no están apoyados directamente sobre el suelo, sino en una colchoneta estrecha y de poca altura que va a lo largo del suelo junto a la pared y que solía ir cubierta por una tela gruesa y con un dibujo generalmente con rayado de diferentes colores sobre un fondo oscuro. 

Siguiendo la moda nazarí, las barbas están teñidas de alheña

Los notables muestran una actitud dialogante
pero portando espadas jinetas pero ceremoniales,
destacando el estatus privilegiado de su propietario


La tradición considera que se trata de los diez primeros reyes de la dinastía Nazarí, desde Alhamar hasta Mohammed V. Sin embargo carecen de atributos reales, por lo que es posible que se trate de una escena semejante a la que pudo haber ocurrido en este mismo lugar al reunirse con el rey o sin él, dignatario de la corte nazarí y doctores de la Ley.


Realizadas bajo el influjo del arte gótico, las
pinturas que decoran las alcobas de la sala
de los Reyes evidencian los intercambios
culturales que mantuvieron cristianos y
musulmanes en la época nazarí

La bóveda central que da nombre a la
Sala de los Reyes, erróneamente identificados
con los monarcas nazaríes, pero podrían ser
miembros destacados de la corte nazarí 



El escudo representado pertenece a la Orden de la Banda,
una orden militar de origen castellano


La pintura de la qubba central de la Sala de los Reyes representa sobre fondo
azul con estrellas de oro a diez personajes sentados en sendos cojines con las
barbas aleñadas de colores diversos, destacando el verde y el rojo; destacan
en los extremos dos escudos de armas sostenidos por leones, con banda
diagonal dorada en campo bermejo que concluye en las bocas de dos dragones


En la exposición "El Legado de Al-Ándalus" en el Museo de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando en Madrid se mostraron estas obras de
Diego Sánchez Sarabia de finales del siglo XVIII quien se
encargó de la realización de estas
copias ante una posible pérdida de estos bienes artísticos

Las pinturas de los otros dos camarines parecen estar relacionados por su temática, con episodios de leyendas caballerescas tan de moda en aquellos tiempos y en las que intervienen moros y cristianos: 


Pintura de la bóveda del camarín septentrional de la Sala de los Reyes 

Uno de los ejes centrales de la cúpula septentrional
de la Sala de los Reyes es esta fuente con dos jóvenes
dialogando, obra de Diego Sánchez Sarabia
realizada entre 1760-1761 y conservada en el
Museo de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid

  • En el camarín norte, dos personajes, un cristiano y un musulmán, realizan una serie de actividades similares con el objetivo de ganarse el amor de una dama cristiana. Los ejes están determinados por la fuente en que una pareja aparece dialogando tranquilamente en medio de la dinámica competición caballeresca que les rodea, mientras que en el lado opuesto hay otra fuente más pequeña ante un castillo en el que asoman a los miradores cuatro personajes mientras que por las puertas salen un joven y una joven. 
A la derecha del eje aparecen escenas de caza donde un caballero musulmán
lancea a un jabalí tras el cual le acompañan dos ojeadores con lanzas y un perro.
A continuación, el jabalí abatido es transportado sobre un mulo seguido de un caballero
musulmán a pie ofrece la pieza a una doncella cristiana que con sus damas parece salir del
castillo a recibir la ofrenda mientras dos monos presencian lo que ocurre desde la copa de un árbol
-¿tal vez el mismo caballero en una escena posterior?-
 
Reproducción de Diego Sánchez Sarabia realizada entre 1760-1761 donde
aparece representado el caballero musulmán lanceando un jabalí

Escena caballeresca entre un hispanomusulmán granadino y una
doncella cristiana quien recibe de él una presa cazada

A la izquierda del eje otra escena de caza, pero en este caso se trata de
un caballero cristiano lanceando un oso desde su caballo, tras el cual un
ojeador toca la cuerna mientras que entre el ramaje de un árbol
otro toca un gran pandero para espantar a las aves.
Seguidamente un caballero cristiano con diferentes ropajes que el anterior,
alancea igualmente a un león, ayudado por otro caballero a pie con un mandoble.
Detrás, un ojeador erguido da voces y un ballestero se agacha para montar el arma.
A continuación, de nuevo, un caballero, en esta ocasión cristiano, desmontado
ante un caballo sin jinete y acompañado por un escudero con lanza, ofrece su
presa a una joven cristiana que con una compañera parecen salir del
castillo para recibir la ofrenda.

Caballero cristiano lanceando un oso, reproducción de Diego
Sánchez Sarabia realizada entre 1760-1761

Pinturas en la cámara meridional de la Sala de los Reyes
Eje central de la bóveda meridional de la Sala de los Reyes
donde aparecen representados dos jóvenes jugando al ajedrez,
copiado en 1760-1761 por Diego Sánchez Sarabia en
óleo sobre lienzo
Reproducción de la pintura original policromada de la bóveda meridional o sur

  • En el camarín sur, el caballero musulmán abate con su lanza al cristiano ante el gesto suplicante de la dama que se encuentra contemplando el torneo desde una torre. Los ejes centrales en este caso se encuentran en el patio de un castillo donde un joven y una dama juegan al ajedrez observados desde altos ventanales y por otro lado el eje formado por otro castillo (casi un poblado con alcázar) con una dama desde la torre que contempla escenas caballerescas. Completan las escenas la profusión de aves, tanto en las copas de los árboles como en el cielo, algunas en el momento de ser atrapadas por un ave de presa, mientras que la pradera aparece rebosante de vida, entre flores y animales que retozan o huyen tales como zorros, liebres, conejos, patos o jabalíes -de hecho la palabra "jabalí" proviene del término árabe chabalí y significa "de la montaña"-.
En el lado izquierdo se desarrolla una fantástica aventura de liberar a una
dama de las garras de un salvaje, con la variante de que la dama lleva a un
león dormido fuertemente encadenado mientras que a la derecha un caballero
musulmán tras su adarga de cuero atraviesa con su lanza y desmonta del
caballo a un caballero cristiano mientras que una dama acompañada
de su peinadora -que porta el enorme peine habitual de la época- suplica
por la vida del caballero vencido

Detalle de la obra de Diego Sánchez Sarabia a finales del siglo XVIII donde
aparece la escena de un caballero medieval cristiano rescatando a una
doncella de las manos de un salvaje
El eje opuesto lo forman un caballero cristiano que estoquea a un oso desde
el caballo que monta, mientras que al otro lado un caballero moro encapuchado
o con pasamontañas, alancea a un gran montés, tal vez en Sierra Nevada(Yabal al-Talch),
dando la nota local en el conjunto

Caballero nazarí con capucha típica del siglo XIV
 lancea a un gran montés
según copia de Diego Sánchez Sarabia

¿Podría tratarse -como en 1974 sugirió Jesús Bermudez Pareja- de personajes que estuvieran reunidos al aire libre en un espacio acotado con tela ricas y acondicionado para una fiesta social mientras que a su alrededor se desarrollan escenas deportivas juveniles?

Previamente fueron dibujadas punteando los perfiles sobre la superficie de pieles de carnero imprimidas con varias capas de yeso y pintadas al temple con huevo y barnizadas, se sujetan a un soporte de madera por medio de engrudo y unos clavitos de bambú -este sistema de fijación evitaba la oxidación si los clavos eran de hierro, así como el desprendimiento por la diferencia en la dilatación- para cubrir por completo el intradós cóncavo de las bóvedas de tablazón llamadas barcas por su parecido. Las tres bóvedas fueron fabricadas en madera como cascos de barcos, en una técnica llamada "bóveda encamonada". Ensamblando las piezas en el suelo, primero se montaba el perímetro de la estructura con un falso anillo de largos peinazos de álamo blanco a los que se acoplaban las vigas curvas de medio cilindro o "costillas" que forman unos cuartos de esfera en los extremos. A continuación se clavaban unas gruesas tablas de pino en la cara interior de las vigas y que en los extremos, al ser semiesféricos, se cortaban en triángulos.

La cubierta de la Sala de los Reyes se vió modificada a partir de 1855, con
una cubierta individual para cada uno de los tres techos pintados, en
sustitución de la cubierta original, quedando el tras dos de los techos sin
aireación y produciendo un posterior deterioro que para frenarlo se
realizó un proyecto de restauración en 2006

Vista exterior de una de las bóvedas de la Sala de los Reyes de La Alhambra;
esta zona del armazón se cubría con alquitranado vegetal para que sirviera
de barrera biológica y contra la humedad al que se le sumaba un revestimiento
más de yeso para proteger el reverso, mientras que los huevos de las curvaturas
se tapaban con piezas de madera en cuña y fibras vegetales para que fuese
lo más hermético posible y protegiera las pinturas del interior

Comentarios

Entradas populares

El legado nazarí por el mundo