Los tesoros de la Granada nazarí

El periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera ha realizado un reportaje para http://www.elindependientedegranada.es sobre la aparición de importantes tesoros escondidos en Granada por judíos, mozárabes y moriscos expulsados de manera traumática y que sin tiempo para sacar sus riquezas, se habrían ido con la esperanza de regresar algún día para recuperarlas pero el olvido o la muerte se lo impidieron. 

En 1492, nada más ser conquistado el reino nazarí por los cristianos, se ordenó la expulsión de los judíos de la Península Ibérica por los Reyes Católicos. Estos sefardíes se llevaron llaves de sus casas, recuerdos y planos para saber donde dejaban escondidas sus riquezas. 

Existen casos concretos (peticiones conservadas en el Archivo General de Simancas), como el del morisco Luis Gostín, expulsado en 1571 pero que nueve años después se había convertido en Zaragoza y solicitó el traslado a Granada para recuperar los ahorros de 9.000 ducados que dejó escondidos, comprometiéndose a pagar un tercio a la Corona.

Rara ha sido la demolición de una casa antigua en la que no haya aparecido una vasija con los ahorros de su antiguo morador; paredes y suelos fueron sus cajas fuertes. Entre estos tesoros, los más conocidos son el que apareció en Alhama y Loja en Edad Moderna, en Gran Vía de Colón en 1904 y tres moriscos en Mondújar, Bérchules y Bentarique -todos ellos pueblos de la Alpujarra-, aunque probablemente queden otros escondidos en el subsuelo de Granada y que sea descubierto en el futuro.

Vista del actual edificio París donde apareció un gran tesoro durante su construcción

A finales del siglo XIX se realizaron trabajos de demolición de casi trescientas viviendas para abrir la Gran Vía de Granada cuando aparecieron no menos de una decena de tesorillos, vasijas con monedas antiguas. Desgraciadamente casi todas acabaron en manos de colecciones privadas o fundidas. Pero el 19 de enero de 1904 apareció un verdadero tesoro al excavar los cimientos de lo que iba a ser el futuro edificio Hotel París, cuando los obreros dieron con una olla vitrificada (de 15 cm de grosor por 25 cm de altura) con 600 monedas llenas de polvo, dinares almorávides y doblas almohades, prácticamente nuevas, algunas posiblemente ni llegaran a circular. Sin darle valor, los obreros comenzaron a ofrecerlas por un real cada pieza a los transeúntes que por allí. Nunca pudo recuperarse el tesoro completo, comprado por transeuntes, joyeros y numismáticos y pocas acabaron en el Museo Arqueológico.

Las monedas localizadas en excavaciones arqueológicas, o por azar, proporcionan valiosa información para la interpretación y datación del yacimiento, permitiendo conocer aspectos de la vida del pasado, áreas de influencia económica, política o lingüística, contribuyendo incluso a fechar el yacimiento. Por este motivo, los "buscadores de tesoros", además de realizar una actividad ilegal, dañan el contexto arqueológico de los yacimientos, perdiéndose una información esencial.

En esta fotografía de 1899, en la casa blanca de la izquierda (tras la farola)
aparecieron en sus cimientos, a unos cuatro metros de profundidad,
 las monedas en el interior de una olla en perfecto estado de conservación
El día 9 de marzo de 1880, a los pies del castillo llamado el Reyezuelo o Atalaya del Moro, en Bérchules, José Arana, agricultor de profesión, dio mientras excavaba con un lío de trapos que envolvían varios objetos. En cuanto el hallazgo se conoció entre los vecinos, corrieron a agujerear el terreno en busca de más joyas. 

Una parte de este hallazgo encontrado 

en Bérchules se conserva en el Metropolitan 

Museum de Nueva York como muestra 

esta imagen de Ilustración Española 

y Americana de 1887



Este gran collar compuesto por cinco piezas cilíndricas y cuatro
originales manos de fátima, sólo era propio de la familia real
o de la alta nobleza


El tesoro de Bérchules era importante, todo elaborado en oro fino durante el siglo XV, durante la etapa final de la dinastía nazarita, se componía de un collar, dos pulseras de aro ancho (ajorcas), dos brazaletes estrechos, dos brazaletes reducidos y algunas piezas sueltas. 

En 1881 consta que fueron adquiridas por un capellán de la Capilla Real de Granada llamado Juan Sierra. En diciembre de 1886 ya estaban en poder del Museo Arqueológico Nacional, según se desprende de un informe de su director, Amador de los Ríos. Sin embargo este Museo fue objeto de varios robos a comienzos del siglo XX y por misteriosos derroteros, el collar llegó incompleto al Museum Metropolitan of Art de Nueva York.

El Tesoro de Bérchules en una ilustración de
la época en que fue hallado
También a finales del siglo XIX, apareció este conjunto en 1896 dentro de una vasija de barro. Algunos años más tarde, en 1922 Concepción Echevarría García, propietaria de tierras en Bentarique (Alpujarra almeriense, cerca de Laujar de Andarax a donde fue a parar la corte de Boabdil tras la entrega de Granada) le ofreció al Museo Arqueológico Nacional la venta de una colección de joyas nazaríes compuesta por un collar, dos ajorcas y nueve sartales, todo en oro; más dos ajorcas de plata y un hilillo con aljófares. Su propietaria lo vendió finalmente por 35.000 pesetas; uno de los adornos del collar desapareció tras la exposición que hizo el Museo en 1925. 

Estas piezas se pueden ver en el Museo Arqueológico de Madrid


Este collar de procedencia nazarita es de gran valor y
posiblemente fue utilizado para la pedida de mano entre
princesas o mujeres de la nobleza del último reino de Granada
También el Museo Arqueológico Nacional conserva parte de las joyas aparecidas en Mondújar, muy similares a las dos colecciones anteriores y como las anteriores, algunas de sus partes también han desaparecido a lo largo de los años. Se sabe que el Tesoro de Mondújar fue vendido por Juan Ignacio Miró al Estado en 1869, aunque se desconoce con exactitud cómo llegó a sus manos. 

Mondújar se tiene fue el lugar al que Boabdil desplazó todos los cadáveres de sus antepasados que estaban en la Rauda de la Alhambra. Pues en este territorio apareció un collar de canutos o alcauciles que alternan con pasadores oblongos, de 47 centímetros de largo; más dos pulseras y una higa, hoy desaparecidas.

En Mondújar se enterraron los antepasados de la Casa Real nazarí por lo que
es posible que este collar perteneciera a una dama de la alta sociedad nazarita
¿Tal vez a Morayma, la esposa del último rey nazarí?

Es posible que estas piezas pertenecieran
a una princesa de época nazarí
A pesar de todos estos ejemplos, en comparación con otras civilizaciones son escasas las piezas de joyería que nos han llegado de época nazarí. Esto se debe a varios motivos:
  • en la cultura islámica no existía la costumbre de depositar ningún  tipo de ajuar en los enterramientos 
  • muchas de las piezas se refundían para crear nuevas joyas 
  • con las Capitulaciones para la entrega de Granada se permitía a los pobladores que se marchaban llevar consigo sus joyas y bienes muebles
De ahí el valor de los objetos de oro que nos han llegado y aunque estas piezas son escasas, nos muestran un gran refinamiento y laboriosa manufactura.

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