La Madraza o casa de 'Abd al-Barr

Situada en la calle de los Oficios, frente a la Capilla Real, la Madraza era la antigua universidad islámica (junto a la cercana mezquita aljama, es decir en el centro neurálgico de la medina) y en la actualidad continúa con este legado, albergando el Servicio de Extensión Universitaria y la Academia de Bellas Artes de Granada. Por ese motivo quisiera dedicar este post a la memoria de Antonio Pérez Pineda, quien fuera decano de la Facultad de Bellas Artes, fallecido en el día de hoy.

Oratorio de la Madraza de Granada
Puerta de acceso al oratorio desde el
patio de la Madraza
Restos de una almunia zirí cubiertos por un cristal en
el suelo del oratorio de la Madraza

Posiblemente, en el siglo XI el lugar estaba ocupada por una almunia de la familia real Zirí, tal como evidencian los hallazgos resultado de la última excavación arqueológica dirigida por Antonio Malpica, ya que se sabe que el rey Badis tenía una en las proximidades de Bib-Rambla. La Madraza constituía uno de los edificios más destacados del Barrio de Gélices o Posaderos, centro mercantil constituido por la Alhóndiga Zaida, el Zacatín y la Alcaicería.

Detalle decorativo de los mocárabes del oratorio de la Madraza
Combinación de mocárabes y paños de sebka en el oratorio de la Madraza

Constituye el único ejemplar de madraza pública de la Península Ibérica, -conservada integramente hasta el siglo XVI y en gran parte hasta el siglo XVIII- aunque se tiene constancia de otras de fundación privada en Málaga y Ceuta, siguiendo la tendencia que comenzó en Oriente, que al mismo tiempo proclaman la piedad y poder del sultán, así como la difusión de la religión. La primera universidad del mundo, la de Bagdad, a mediados del siglo XI, fue imitada por el monarca nazarí Yusuf I en el siglo XIV. Según sabemos por Ibn al-Jatib, en Málaga ya existía un centro universitario ubicado igualmente junto a la mezquita aljama de esa ciudad y que fue construido por una comunidad de seguidores de un místico sufista, siendo de esta índole la enseñanza impartida en ese centro.

Mirhab del oratorio de la Madraza
Detalle decorativo del arco del mirhab
Lo mejor conservado de la Madraza de Granada es su oratorio, construido con potentes muros de mampostería encintada con verdugadas de ladrillo que han resistido a más de seis siglos de historia. Sobresale la monumentalidad inherente a las construcciones alhambreñas de Yusuf I con su espléndido mirhab (su nicho interior fue eliminado a comienzos del siglo XX) y las trompas de mocárabes que recuerdan el Salón de Embajadores y la Sala de Dos Hermanas. A diferencia de La Alhambra, el oratorio conserva el 40% de los colores originales porque al ser utilizada como capilla en época cristiana fue recubierto por paneles que los protegieron de la luz y del paso del tiempo.

El jardín permitía filtrar la luz por estas ventanas

Detalle del arco de una de las ventanas
En el costado derecho del oratorio existía un espacio un pequeño jardín al aire libre, rodeado por dos pabellones de reducidas dimensiones al sur y al norte, mientras que al este existía una pequeña acera.

Trompas de mocárabes del oratorio

El techo del oratorio, una armadura de madera que hace
función de linterna, junto con los azulejos y columnas, son
del siglo XIX cuando el edificio pasó a pertenecer a la
familia Echevarría

Yusuf I soñaba con transformar la capital de su reino en la Córdoba califal por lo que se rodeó de sabios maestros y mecenas de intelectuales y artistas. Ibn al-Yayyab le hizo ver que Granada adolecía de un centro de estudios propios que acogiera a los jóvenes en el estudio de la ortodoxia islámica -hasta entonces tenían que emigrar a otros países para hacerlo- y de un foco de cultura que atrajese a los más célebres eruditos en humanidades, que hicieran de Granada el centro cultural más importante del Occidente islámico. La escuela de estudios superiores del reino granadino fue fundada en el siglo XIV (decretada su fundación en 1340 y se finalizó en 1349) por mandato del rey nazarí Yusuf I, por lo que se conocía como Madrasa Yusufiyya o Madrasa Nasriyya, aunque la iniciativa de la construcción fue de su visir Ridwan y pronto la institución se convirtió en uno de los referentes para el estudio del Derecho en el Occidente musulmán.

Puerta de acceso al oratorio de
la Madraza de Granada 

En ella figuraron los más notables sabios granadinos y magrebíes residentes en Granada en esa época, como Ibn al-Fajjar, Ibn Lubb; Ibn Marzuk "el Intrigante", al-Maqqari, al-Zawawi, Abu l-Barakat al-Balafigi, Ibn al-Tilimsani, Ibn al-Lawsi e Ibn al-Jatib. Uno de sus primeros y más aventajados alumnos debió ser el gran poeta Ibn Zamrak


Arco de entrada al oratorio islámico
Los gastos para su mantenimiento se cubrían con donaciones de musulmanes devotos, así como por rentas propias que sufragaban los costes de alojamiento de los estudiantes y para pagar a los maestros. Entre estos bienes habices se encontraban tierras, tiendas, un suministro de agua permanente y otros inmuebles, cuyos beneficios se destinaban a la misma.


Restauración de la Portada original de la Madraza, según
Rafael Contreras, de la que se conservan elementos decorativos
de mármol blanco tallados: el dintel adovelado alternando en
dos alturas, con dóvelas lisas y con decoración tallada vegetal
que coronaba el vano de la puerta de entrada en arco (como en
la imagen que sugiere Rafael Contreras) o en forma rectangular

La epigrafía que aparece en el espacio horizontal inferior del alfiz reproduce
la Basmala y tasliya; en la parte vertical derecha, en su línea superior y tras la
fórmula profiláctica del ta'awwud, se continúa por la franja horizontal superior
y por la izquierda vertical, prosiguiendo por el lado inferior de la franja vertical
derecha (Q. XXIV-35, Aleya de la luz; Q XXIV - 36, 37 y 38): "[Dios es la luz
de los cielos y de la tierra. Su luz es comprable a una] hornacina en la que hay
un pabilo encendido. El pabilo está en un recipiente de vidrio, que es como si
fuera una estrella fulgurante. Se enciende de un árbol bendito, un oli[vo, que
no es] del Oriente ni del Occidente, [y] cuyo a[ceite] casi alumbra aun sin haber
sido tocado por el fu[ego. ¡luz sobre] Luz! Dios dirige Su Luz a quien [Él
quiere. Dios propone parábolas a los hombres. Dios es omnisciente.] En casas
que Alá ha permitido [erigir y que se mencione en ellas Su nombre. En ellas
Le glorifican, mañana y tarde. Hombres a quienes ni los negocios ni el]
comercio les distraen del recuerdo de Alá, de hacer la azalá y de dar el azaque.
Temen un día en que los corazones y las miradas sean puestos del revés.
Para que alá les retribuya por sus mejores o[bras y] les de [más] de Su
favor. Alá [pro]vee sin medida a quien Él quiere"

Se conservan los restos de dos lápidas que palanqueaban posiblemente
la entrada, en forma de arco vegetal sobre columnitas y epigrafía
cursiva en su interior como esta, la más completa conservada que
protege una inscripción coránica -como la anterior- de seis líneas
en cursiva con la parte final de la tasliya, los versículos iniciales de
la sura al Fath (de la Victoria): "Te hemos concedido una clara
Victoria. Para perdonarte Dios tu pecado, pasado y futuro,
perfeccionar Su gracia en ti y dirigirte por una vía recta. Para
prestarte Dios un auxilio poderoso. Él es Quien ha hecho descender
la sakina en los corazones de los creyentes para incrementar su fe.
Las legiones de los cielos y de la tierra son de Alá. Alá es
omnisciente, sabio. Para introducir a los creyentes y a las
creyentes en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos,
[en los que estarán eternamente, y borrarles sus malas obras.
Esto es, para Alá, un éxito grandioso]"


Se sabe que se acabó de construir en 1349 por la inscripción fundacional cuyos fragmentos se conservan en el Museo Arqueológico de Granada. De nuevo Ibn al-Jatib nos cuenta que completaba la entrada dos losas de mármol simulaban dos ventanas en la parte superior y un arco de herradura de mármol blanco decorado con inscripciones coránicas servía de entrada a la Madraza, junto con inscripciones en prosa y verso que hacían alusión a su fundación y al uso para el que estaba destinada.

"[Mandó cpnstruir esta casa de la ciencia -¡que Dios la convierta en (lugar) de rectitud y de la luz y la conserve para las ciencia de la religión a lo largo de los días! -el príncipe de los musulmanes - ¡que Dios lo proteja con su ayuda! - el elevado, el célebre, el noble, el afortunado, el puro, el alto, el héroe, el sultán asistido (por Dios) Abu l-Hayyay Yusuf, hijo del elevado, el noble], el grande, el excelso, el célebre, el combatiente por la fe, el excelente, el justo, el significado, el muy complacido, el príncipe de los musulmanes y defensor de la religión, Abu l-Walid Ismail [ibn Faray ibn Nasr. ¡Que Dios recompense para el Islam sus obras virtuosas y acepte favorablemente sus hechos en la guerra santa! Se terminó en el mes de muharram del año 750 (22 de marzo - 20 abril de 1349)].
(Traducción. Manuel Acién Almansa) 

Plano de la planta baja de la Madraza de Granada
La sala principal de la Madraza estaba rodeada de un zócalo de azulejos, rematados por una faja, con las inscripciones en árabe: "Sólo Dios es vencedor" y "El reino al Dios único", y sus paredes se cubrían con paños de yesería y labor de escudillos. Encima, corría una cenefa con el lema nazarí repetido, que también figuraba en el alicer de su rica techumbre de madera, y en las ventanas que flanqueaban la puerta de entrada, se leía: "Si el hombre mundano entrega su albedrío a Dios, lo apartará de los negocios del mundo y lo llevará por camino de salvación, encaminándolo a las Escuelas, donde hay ocasión de rectitud, de ciencia y de defensa. ¡Oh, hombre, acomete con tu escudo con seguridad! Él te incita y si le guardas con el honor y reverencia debidos, ganarás honra y serás estimado". En el testero de la sala, en un escudo de yeso, había una combinación de letras, palabras y signos, mágico talismán para alcanzar la sabiduría.


Vista actual del
patio de la Madraza



El acceso al edificio se hacía por un zaguán en recodo, situado en la parte occidental de la fachada, exactamente con la puerta que daba hacia la esquina próxima a la placeta de la Capilla Real, por lo que no se corresponde con el actual acceso.

La madraza contaba con un patio central, con una alberca embaldosado en mármol, el mismo mármol que fue utilizado en el siglo XVIII en el lienzo del edificio. La alberca tenía un rebosadero que evacuaba directamente al río Darro. Este patio distribuía las estancias a través de arcos sobre columnas y en las paredes, bellos epígrafes de contenido similar a los de la fachada exterior y frente a la puerta principal, un tarjetón de hierro con este poema:

"Si tienes la dicha de mirar en el interior de esta casa, labrada para la habitación de las ciencias, para firmeza de la grandeza y para lustre de los siglos venideros, verás que está fundada en dos prerrogativas, que son la firmeza de la justicia y la piedad: prerrogativas que lograron los que se emplearon en ella, para la gloria de Dios. Si en tu espíritu hace asiento el deseo del estudio y huir de las sombras de la ignorancia, hallarás en ella el hermoso árbol del honor. Hace el estudio brillar como estrellas a los grandes, y a los que no lo son los eleva a igual lucimiento. Con ella puedes conseguir el camino de la luz, cuando, desengañado, resuelvas huir de la oscuridad del mal. Si buscas la estrella de la razón verás su claridad sin engaño, aún por entre las nubes de la duda. Pero, reducido a la ciencia, para aprovechar en ella, ha de volver tu cara al bien obrar y has de desechar toda inclinación al mal. No es el camino de la sabiduría, para el que anda cargado de malvada codicia. Sigue, pues, este consejo; así hallarás el provecho cuando anciano y, cuando mozo, serás estimado y te buscarás las dignidades. Vuelve los ojos al cielo del pueblo y verás cuántas estrellas, que tenían muy escasa luz, se hallan por este camino llenas de infinitos resplandores. Y, si bien reparas, verás que unas de esas hacen la corona y otras son las columnas de la casa del saber. Ellas alumbran los corazones, ellas guían al bien y nos son verdaderos amigos que nos aconsejan. Acepte Dios tanto bien instituido por Yusuf, estrella del más alto grado, brillante en la Ciencia y en la Ley."

Restos arqueológicos de la alberca

Estas figuras de la exposición permanente de la Torre de la Calahorra de
Córdoba representan una universidad islámica o madraza como lugar de
formación de alto nivel y receptora de una importante biblioteca
Bajo esta inscripción se hallaba la gran puerta de la escalera, con esta otra labrada en sus maderas y combinada con profusas labores: "Advierte esta maravillosa entrada que revela su alto destino. Sus bruñidas piedras resplandecen y es de artificio singular. Su fortaleza representa los siglos venideros, en los que durará por lo firme de su estructura. Desecha la pereza, ven a ella a aprender a huir del vicio y a saber dirigir tus oraciones para que, en el tremendo día del juicio, alcances perdón de tus yerros. No olvides el ofrecer tus dones al alto Profeta Mahoma para que así difunda sobre ti los bellos colores de la Sabiduría, como el Sol, reverberando, comunica su claridad a los lugares oscuros".

A la planta alta se accedía a través de esta escalera  y a través de la galería superior se accedería a aulas, zona de trabajo y alojamiento para los estudiantes. Sobre las letrinas y el zaguán de la planta baja pudo haber existido una importante biblioteca o al-Maktaba.


Este centro de enseñanza nazarí surgió con posterioridad a otros semejantes que ya existían en Oriente y norte de África, hasta entonces en el Reino Nazarí era en las mezquitas donde se realizaban estas funciones de divulgación del saber. Entonces no existían las carreras tal como hoy las conocemos, sino que los alumnos acordaban con los profesores cursar unas determinadas materias para obtener los conocimientos necesarios para ejercer una profesión.

En la madraza de Granada, maestros de reconocido prestigio transmitían diferentes conocimientos. Hakim, era el nombre que se daba a estos maestros, sabios que impartían materias de carácter jurídico-religioso, derecho islámico, jurisprudencia y teología, así como medicina, cálculo, álgebra, geometría, mecánica y astronomía. El título que los estudiantes recibían se llamaba ichaza, una especie de certificado de licenciatura que permitía la enseñanza de tal o cual campo o conjunto de ellos.

Hay que citar dos grupos de doctos: el de los místicos y el de los retóricos. Al primer grupo pertenecía y destacaba al-Maqqari, antepasado de un embajador merení, así como el célebre e intrigante Ibn Marzuk, refugiado aquí por caer en desgracia en Marruecos y quien fue nombrado predicador de la Mezquita de la Alhambra. En el segundo grupo, literatos de talla de Sarif al-Garnati y como no, Ibn al-Jatib, el más importante de su época en numerosas materias.


Vista general de la mezquita y mirhab de la madrasa 
granadina convertida en despacho-biblioteca en 1895


La duración de los cursos era variable, dependiendo del número de materias, del tiempo que los profesores prolongaban su estancia en la ciudad y de las posibilidades económicas de los alumnos.


Actual fachada barroca del edificio de la Madraza

La Madraza granadina fue uno de los centros donde la ciencia islámica occidental tuvo su última floración. Al ser conquistado el reino nazarí, los nuevos dominadores se esforzaron por difundir en él su lengua y su cultura, a cuyo fin fundaron escuelas y una universidad, establecida con los honores de Imperial y Pontifícica en 1526 por Carlos V y a la que Clemente VII otorgó en Bula en 1531 iguales facultades para otorgar títulos como tenían Alcalá de Henares, París, Salamanca o Bolonia.

Tras la Toma de Granada, fue sede del Cabildo o Ayuntamiento de la ciudad, estando al cargo de su gobierno el Arzobispo, el Corregidor D. Andrés Calderón y el Conde de Tendilla hasta que el 20 de septiembre de 1500 se constituyó el primer ayuntamiento. Se fijó un número de regidores que se vinieron a llamar Caballeros Veinticuatros, señalándose para residencia del Concejo la casa llamada de 'Abd al-Barr, que luego se llamó de la Madraza, siendo el único centro de estudios de alto nivel conservado de al- Ándalus.


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