Palacio de los Alixares (Qasr al-Disar)

"A las espaldas de este cerro, que comunmente llaman cerro del Sol o de Santa Elena, se ven las reliquias de otro rico palacio, que llaman los Alijares, cuya labor es de la propia suerte que la de la sala de la torre de Comares y alrededor del había grandes estanques de agua y muy hermosos jardines, verjeles y huertas. Lo cual todo al presente está destruido"
Luis de Mármol Carvajal, granadino del siglo XVI 

Vista de la alberca que formó parte del Palacio de los Alixares

Acuarela para el Museo Granadino de Antigüedades, de 1898
por Antonio Almagro Cárdenas y que se conserva
en la Casa de los Tiros de Granada

El interior del cementerio de la ciudad de Granada, el cementerio de San José, uno de los más antiguos de España, conserva los restos de la Almunia Real de los Alixares o Qasr al-Disar, fastuoso palacio de los reyes nazaríes. Fue construido entre 1375 y 1394 siguiendo escrupulosamente las indicaciones del soberano Mohammed V quien lo concibió como lugar de descanso. El palacio se encontraba en lo más alto de esta elevada colina, sobre una plataforma con amplios espacios abiertos al que se accedía desde La Alhambra por un camino o paseo pavimentado, bordeado de setos de arrayán. Después el camino seguía hasta un huerto-jardín cercado, en cuyo extremo había un templete o cenador rodeado de árboles traídos de Oriente, arrayanes y frutales, muchos de los cuales aún forman parte de la colina roja como granados, higueras y almendros. Éstos alternaban con típicos cultivos de huerta y cipreses para los que la alberca, conservada y puesta en valor por los responsables del cementerio, muestra la importancia del agua como elemento vital.

Restos arqueológicos cercanos a la alberca. En la proximidad
de los restos de la alberca se situó una batería francesa durante
la Guerra de la Independencia a comienzos del siglo XIX.

Este es el paisaje que disfrutarían desde el Palacio de los Alixares

Al parecer, el palacio estaba constituido por cuatro qubbas que encerraban un espacio cuadrangular rodeado por porticos abovedados apoyados sobre esbeltas columnas y ricamente decorado con vidrios de colores que refrectaban el sol, similar a la cubierta del Mirador de la Lindaraja de La Alhambra. En el centro del palacio había una alberca o zafariche cuyos restos todavía hoy se pueden apreciar.

Esta alberca se abastecía desde el Albercón del Negro, situado en
la colina posterior. Este albercón rectangular (39.13m x 17.47 m)
de ladrllo recubierto de mampostería, cuenta con una galería del
mismo material de 17,80 m de longitud, 1 metro de ancho y 1,80
de alto orientado hacia esta almunia, aunque se desconoce con
exactitud el sistema de abastecimiento de agua de esta zona.

El 1 de julio de 1431 se iniciaba la Batalla de la Higueruela entre las tropas granadinas y castellanas, liderados por Juan II y comandados por Don Álvaro de Luna en la vega de Granada contra las huestes del rey nazarí Mohammed IX. En esas fechas coincidieron una serie de terremotos de gran intensidad  que destruyeron el palacio y sus restos quedaron esparcidos por el lugar.

Le afectó aquella gran sacudida y enorme terremoto, dejando allí importantes restos; los graves sucesos retrasaron su reparación que hubiera evitado la demolición de sus columnas tan hermosas, el saqueo de su revistimiento de azulejos de hermosa factura, la apropiación indebida de las piezas de mármol de alto valor, la agresión contra los árboles de su almunia de elegantes variedades y raras especies. Grande fue la pena y la tristeza (que causó) esta enorme pérdida.
Ibn Asim

Sobre la colina, a la derecha de la imagen, se levantaba el
palacio de los Alixares, visto desde Granada


Su imagen sólo se conserva en el tapiz de la Batalla de la Higueruela expuesto en la sala de las batallas del Monasterio del Escorial así como su descripción, que ha llegado hasta nosotros a través de los poemas de Ibn Asim. Desde 2006 sus restos fueron rehabilitados recreando el huerto-jardín, recuperando su alberca.

Plano del rehabilitado huerto-jardín del Palacio de los Alixares. El
agua no sólo se empleaba en la vivienda, sino también para regar
el área de cultivo que combinaba huerta y jardín.

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